Una vez concluida la evaluación y el diagnóstico, se plantea una intervención y se da un pronóstico. Se establecen unos objetivos y metas y se explica cómo conseguirlos y la periodicidad de las sesiones.

En ocasiones la intervención solo se lleva a cabo con los adultos (familia y colegio) ya que cambiando ciertas actitudes, pautas educativas, tipo de relación y comunicación y/o manejando el ambiente, la conducta de los niños mejora y sus desajustes desaparece, pudiéndose desarrollar de una manera adecuada tanto comportamental como psicológica y afectiva.

En otras ocasiones los propios niños deben acudir a tratamiento para ser ellos los que adquieran herramientas, habilidades y “trucos” para resolver sus dificultades.

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